17 / 11 / 2025
Hernán Campos – La Tercera
Ocurre que todas las mediciones que se hicieron las semanas previas a la votación, incluso en tiempo de veda, posicionaban al candidato del Partido de la Gente en quinto lugar, con porcentaje que iban desde el 14% (Panel Ciudadano) a 5,5% (La Cosa Nostra). “Aquí ya tenemos un primer fenómeno, el llamado voto silencioso, que son esas mayorías que las encuestas no capturaron”, apunta Hernán Campos, académico de la Escuela de Ciencia Política UDP.
Pero ese no fue el único resultado que las encuestas no anticiparon. El pasado 25 de octubre, los sondeos ubicaban al entonces candidato presidencial Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario, en el tercer lugar, posición en la que se mantuvo en diversas mediciones posteriores. Según las últimas encuestas difundidas debería haber terminado dentro del margen de 16% a 20% de los votos. Sin embargo, esa amenaza resultó ser una fantasma: en la elección finalmente terminó cuarto, con un 13,92% de los sufragios.
Asimismo, otro aspecto que su propio sector y las propias encuestas no anticiparon, añade Campos, fue la votación de Jara. Pese a la prohibición legal de publicar encuestas en los 15 días previos a la elección, las últimas de noviembre que se difundieron siguieron el patrón que venían mostrando desde hace meses, ubicando a la candidata del oficialismo en primer lugar con hasta un 33% de las preferencias. Al final obtuvo 26,76%. “Está muy por debajo del 30% que el oficialismo había definido como piso para tener una candidatura competitiva en segunda vuelta”, ahonda.
Incluso la candidata pasó al balotaje con una leve diferencia de su oponente, pues Kast, fundador del Partido Republicano, obtuvo el 24,19%. Por todas estas razones es que los expertos buscan el por qué. Desde la Diego Portales, Campos expone que “una hipótesis plausible tiene que ver con las muestras. Muchas veces las encuestas tienen porcentajes de respuesta bajos, y esas respuestas suelen venir de personas que consumen política o que están interesadas en ella. Ese sesgo no permite observar qué ocurre con quienes no están interesados en política, pero están obligados a votar. Ese es un primer elemento metodológico que influye: la tasa de respuesta y quiénes responden”.